La pornografía promete satisfacción inmediata, excitación interminable e intimidad fácil, pero al fin, le roba al consumidor las tres cosas. Cuanto más una persona consume pornografía, más tiende a retirarse emocionalmente de personas reales y depender de la pornografía. Con el tiempo, se le hace más difícil ser excitado por una persona real o formar una relación real, y el aislamiento y la soledad resultantes fomentan la necesidad de más pornografía.
La autora y activista política Naomi Wolf ha viajado por todos los Estados Unidos hablando con los estudiantes universitarios sobre las relaciones. “Cuando les pregunto sobre la soledad, desciende un silencia profundo y triste sobre grupos de tanto hombres como mujeres jóvenes”, dijo ella. “Ellos saben que se sientes solos juntos… y que [la pornografía] es una gran parte de esa soledad. Lo que no saben es como liberarse.” [1]
Pero ¿qué tiene que ver la pornografía con la soledad?
“Cuanto más uno consume pornografía, más solo se siente”, dice Dr. Gary Brooks, un psicólogo quien ha trabajado con adictos a la pornografía durante los últimos 30 años. [2] “Siempre que [una persona] pasa tiempo en el ciclo usual del uso de pornografía, no puede más que ser una experiencia deprimente, degradante y de auto-odio.” [3] Cuanto peor se sienten las personas consigo mismas, más buscan el consuelo dondequiera lo puedan encontrar. Normalmente, podrían depender la gente más cercana a ellos, ya fuera una pareja, un amigo o un familiar, para ayudarles a sobrellevar sus tiempos difíciles. Pero la mayoría de los consumidores de pornografía realmente no les quieren decir a nadie acerca de sus hábitos pornográficos, y menos a su pareja. Así que acuden a la fuente más fácil de “consuelo” a su disposición: más pornografía.
“Cuando un compañero consume pornografía con una alta frecuencia”, explicó la investigadora Dr. Ana Bridges, “puede haber una tendencia a retirarse emocionalmente de la relación.” [4] Esto es en parte porque el consumo de pornografía hace que el cerebro se reconfigure para conectar la excitación sexual a las fantasías pornográficas, [5] (vea Como la pornografía cambia al cerebro) dificultándosele al consumidor el ser excitado por una persona real en una relación real. [6] (Vea Como la pornografía daña la vida sexual del consumidor.)
Según Bridges, al retirarse el consumidor de pornografía de sus relaciones, experimenta “mayor secretismo, menos intimidad y también más depresión.” [7] Los estudios han encontrado que cuando las personas se envuelven en la “auto-ocultación” continua, es decir hacen cosas de las cuales no se sienten orgullosas y las ocultan, no solo daña sus relaciones y los deja sintiéndose solos, sino que también los vuelve más vulnerables a serios problemas psicológicos. [8] Para los consumidores de pornografía tanto hombres como mujeres, el hábito a menudo viene acompañado de ansiedad, problemas con su imagen corporal, autoestima baja, problemas relacionales, inseguridad y depresión. [9]
Esta podría ser una de las razones por las que los consumidores de pornografía tienen tantos problemas en sus relaciones más cercanas. Los estudios han demostrado con consistencia que los consumidores de pornografía tienden a sentir menos amor y confianza en sus matrimonios. [10] También experimentan más comunicación negativa con sus parejas, se sienten menos dedicados a la relación, tienen más dificultad para adaptarse a su pareja, disfrutan menos satisfacción sexual y son culpables de más infidelidad. [11] Asimismo, los cónyuges de consumidores de pornografía reportan tener menos intimidad en sus matrimonios y sentirse menos comprendidos por sus parejas consumidores de pornografía. [12] Los expertos en relaciones, los doctores John y Julie Gottman explicaron, “hay muchos factores sobre el uso de pornografía que pueden amenazar la intimidad de una relación, la cual es una fuente de conexión y comunicación entre dos personas. Pero cuando una persona se acostumbra a masturbarse al ver pornografía, vuelve la espalda a la interacción íntima.”
Una segunda razón por la que los consumidores de pornografía tienen problemas relacionales es por la naturaleza misa de la pornografía. La pornografía pinta a tanto hombres como mujeres como poco más que cuerpos con un solo propósito: dar y recibir placer sexual. [13] Les guste o no a los consumidores de pornografía, esas percepciones con frecuencia comienzan a afectar la manera en que se ven a sí mismos y a otras personas en la vida real. [14] Entre más se les dificulta a los usuarios verse a sí mismos y a otros como algo más que objetos sexuales, más difícil les es formar y nutrir relaciones reales. [15]
“Se desarrolla una cierta manera de experimentar la excitación sexual que es lo opuesto de la intimidad”, dice Brooks. “En los mejores casos, algunas personas pueden lidiar con esto, pero en la mayoría de los casos crea una berrera que envenena las relaciones.” [16] Los Gottman continúan explicando, “al mirar pornografía el usuario está en control total de la experiencia sexual, al contrario del sexo normal en el que las personas comparten el control con su pareja. De modo que un usuario de pornografía puede tener la expectativa irreal de que el sexo esté bajo el control de una sola persona… el objetivo relacional de lograr una conexión íntima se frustra y por último se pierde.”
El tipo de intimidad que ofrece la pornografía no es nada más que estimulación sexual. La intimidad real ofrece mucho más. La intimidad real es un mundo de satisfacción y excitación que no desaparece al apagarse la pantalla. Es el riesgo esplendoroso de ser vulnerable ante otro ser humano. Es invitarle no solo que entre en tu recámara, sino que en tu corazón y tu vida. La intimidad real se trata de lo que damos, y no solo de lo que recibimos. En lugar de ser egocéntrico, es “otro-céntrico”. La intimidad significa comprender a una persona a una profundidad a la que la pornografía ni siquiera intenta llegar, y tener la experiencia transformadora de que realmente te escuche también. Significa verte a ti mismo con otros ojos, y querer a otros tanto como a ti mismo. Es la experiencia asombrosa, desconcertante y maravillosa que los artistas y filósofos han intentado describir desde el nacimiento de nuestra solitaria tribu humana.
Es todo lo contrario de la soledad. Es amor.